domingo, 7 de septiembre de 2014

HABLANDO DE PALABRAS,



HABLANDO DE PALABRAS.   
                                              
Eduardo Pérsico.
                    
                  ..  y un chamuyo misterioso me acorrala el corazón
        
    La lluvia sigue enjuagando la ventana y retrae a un sol cansino de nuestra adolescencia y el sobrevuelo previo de gorriones al irse con la tarde. Y acaso sea verdad que al quedar eso detrás el futuro inmediato pareciera otra ausencia. Tal vez ni un misterio sin fulgor; un apenas todavía al irse un hilo de luz entre el ramaje y un pájaro que retorna a su misterio.     
 
       No es fácil seducir a una buena palabra, amante frívola que si elige otro destino jamás se contradice porque al fin, una buena palabra jamás deja de arrastrar su  propia memoria… La memoria de cada palabra vive y muere en ella misma; madre, niñez, maestra o amor adolescente al pronunciarse trae la añoranza de su propia índole, y esquivar ciertas palabras por sentirlas  ajenas nos invade de sombras y de acaso. Y por más que ‘un idioma es un dialecto con un ejército detrás’ - dijera Napoleón- aunque las voces sean inventos del Poder en la disputa palabrera no traicionemos nuestras voces.   

       En la hispanidad es secular el parlar ‘eclesiásticas’ a toda hora y  sin notarlo. Perdonar por disculpar, Suplicar por pedir,  Bendecir cual gesto salvador y Santificar pareciera un augurio que nadie sabe. Además al Pecar nos intimidan con Castigos que ni un Dios se bancaría si viviera; una regla Castigadora  hasta rechaza la  Divina Voluntad al lograr un apareo sexual  que nos lleve felices al Infierno. Enturbiando así un derecho –canónico o no- más visceral y divertido que cualquier otro.

    Tal vez por mucha seriedad, pareciera que  algunas voces se suicidan. Como Virginidad; adolescente y saltarina que en cierto atardecer se soltó de una flor al saberse olvidada. Y no se suicidó desde un arbusto vulgar y silvestre: esa palabra tan  juvenil de pura aburrida por desuso y persistir sin apenas caricias de consulta, con su invicto himen  se tiró de un melancólico malvón a la penumbra de la Nada. Un suicidio ignorado hasta por las diccionaristas; Virginidad,  diez letras sin mínima alegría que ya ni  habitaba en una charla fuera de texto,  pobrecita, se hizo bolsa...

      Además,  sigue igual de insostenible que persistan voces inmundas:  hambre, esclavitud, aristocracia y riqueza persisten riéndose desde los diccionarios bien lejos de ciertos enigmas saludables del lenguaje. Maestra  sigue siendo segunda madre sabedora de todo y escuela suena a patio con gritos de recreo. Así que por ahora es noble que persistan palabras solidarias y compadres, útiles hasta para apreciar mejor los pájaros yéndose cuando atardece.
 (setiembre del 2014)


Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. www.eduardopersico.blogspot.com

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