viernes, 3 de septiembre de 2010

Y EL OLVIDO NO SIGA EN LIBERTAD. Cuento.



            Toda estación de trenes duplica los silencios. Los rostros se pierden tras la lluvia y solo, doblemente solo al filo de la tarde, el escriba fatiga de ida y vuelta alguna frase: ‘cada pájaro del atardecer descarga la penumbra por los techos del mundo’ un poco lo consuela. Si al fin en toda soledad compadre a la nostalgia, nos puede aparecer un rostro lengua afuera, esa pena de burlarse uno mismo tan útil al fracaso. Y tal vez por igual al deleitoso licor de un buen recuerdo, el más tenaz  renglón de la memoria debe ser repetido del principio al cansancio en el diario pelear contra el olvido. El romántico juego por calles de nostalgia puede ser desmemoria, y no valen ventanas con mujer de enigmáticos ojos si ese ‘no recordar’ por siempre nos derrote.

           Menos literatura señoras y señores; es de ley convocarle más voces al silencio y  amotinar el ayer junto a nosotros. La juventud perdida es siempre imaginaria, una sombra de tango lloviznoso en renglones que vuelven sin descanso, pero no dejemos resquicios para que la historia verdadera se pierda con tanta libertad. No hay medio paso atrás con el pasado, si perdemos más horas volverán nuestros sueños a ser flores de trapo o el lagrimear silencio por tanta furia que nos clavó las uñas. Si nadie enjugó en misas ser violada a destajo, es vano traficar con la tortura de nuestros propios muertos. Es tiempo que archivemos tanta oración sabida si hay verdades con peso que aguardan pronunciarse. La historia ha de servir si la ayudamos quitándole la amnesia y el silencio Ya lo hemos aprendido: el olvido en los pueblos es un fusil taimado de celoso gatillo que se dispara solo, y hay que estar muy atento para evitar suicidios.

          Siguió un rato el escriba borroneando ida y vuelta y según es costumbre, creyó escribir ya antes esos mismos renglones. (set.2010)
       

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